Para que os hagáis una idea del recorrido que tengo que hacer para llegar a Slumsoka Kibera os dejo este video que se grabó en una visita que la Fundación hizo en 2011.
http://www.youtube.com/watch?v=Uohry12bT3E
Slumsoka organiza lo que ellos llaman "clean-ups" donde los niños beneficiarios del programa y de otros programas como el de Kimta, se reunen para limpiar la zona que, como veis en el vídeo, es muy necesario.
Gracias a todas estas actividades deportivas,educativas y de limpieza, Slumsoka y Kimta consiguen que los niños, al salir del colegio, estén ocupados en actividades sanas y no acaben por la calle sin hacer nada o involucrándose en actos delictivos (algo muy común en Kibera).
Os dejo también un artículo de El País en el cual se habla de Kibera por si queréis conocer un poco más esta realidad:
http://elpais.com/elpais/2013/02/04/eps/1359983883_179958.html
Y, An Introduction to Kibera:
http://www.youtube.com/watch?v=IwPQHlhaI5g
Ero kamano.
Friday, February 21, 2014
Thursday, February 20, 2014
¡De Nairobi de toda la vida oiga!
Ya va a hacer casi dos semanas que estoy en Nairobi y puedo ir diciendo que me estoy adaptando a esta ciudad estresante.
Liz sale de casa cada día a las 7 de la mañana para ir a
trabajar así que empiezo el día siempre sola. Desayuno y a ducharse con cubos
porque en Nairobi, lo del agua, es un verdadero problema… El agua aparece dos
veces por semana si hay suerte porque durante mi primera semana no llegó ni un
solo día y los tanques y garrafas de agua en casa iban escaseando…
Hace un par de días, al llegar a casa, abrí el grifo y salía
agua así que como loca me puse a llenar garrafas y a cargarlas antes de que se
acabara el chollo… Cuando llegó Liz a casa alucinó y me decía que soy toda una
mujer africana cargando las garrafas… pero ni de coña, con un par de metros tenía
el brazo casi dislocado y aquí las mujeres se cuelgan las garrafas a la espalda
o en la cabeza y a caminar kilómetros…
Después de ducharme salgo para Kibera en mis dos autobuses (el
amarillo y el azul) y, si tengo suerte con el tráfico, igual tardo hora u hora
y media, pero como el tráfico sea malo… puedo tirarme hasta tres horas…
Cuando bajo del autobús amarillo estoy en pleno centro de Nairobi
y mi objetivo consiste en ir esquivando a toda la gente que camina por la calle
en dirección al punto de salida del autobús azul que va hacía Kibera (como dice
el actor y cómico Churchill en la película “The first grader”: No! No es una manifestación,
es la gente caminando por las calles de Nairobi!).
Si estás parado por el tráfico, empieza a subir gente al
autobús a venderte cosas, desde chicles hasta medicinas naturales… El otro día
se subió un señor a vender sus medicinas, vendía por ejemplo uno bote con unos
cristales que, por el poco kiswahili que tengo y por las palabras en inglés que
mezclan cuando hablan, entendí que te prevenía de la tos.
Cada día para mi es una aventura aquí, y cada día sucede
algo nuevo, pero ya estoy entrando en la monotonía del día a día y, los
primeros días, me tomaba como una aventura el llegar a Kibera… ahora, cuando
tardo tres horas, llego a Kibera cabreada aunque se me pasa enseguida.
He ido teniendo varias reuniones con gente interesada en
ayudar a Slumsoka. Todas estas reuniones y contactos los encuentra Calvin y me
invita a participar en los encuentros. Esta semana tuvimos una reunión con el
propietario de una escuela de tenis en la zona de ricos de Nairobi. Estas reuniones
a veces duran horas y horas… hablan lentamente y se toman su tiempo pensando.
Después de hablar sobre un solo tema durante unas dos horas y media, el
propietario accedió a facilitar material a Slumsoka para sus clases de tenis,
así como a enviar a entrenadores para que enseñen a los niños de manera
voluntaria y también le dijo a Calvin que, mientras no tenga una oficina de
Slumsoka, podría usar las suyas!
Hemos seguido preparando el programa de voluntariado pero no
nos está siendo fácil porque los hoteles donde los voluntarios podrían quedarse
no son baratos (y eso que me dedico a regatear como buena keniana). También hay
familias en la zona que se ofrecen a recibir a voluntarios en sus casas pero
los precios que piden por semana son muy elevados, así que estamos intentando
negociar ya que, aunque por mi parte prefiero que el dinero que vaya a pagar un
voluntario se entregue a una familia de la comunidad que a un hotel, los
principales beneficiario del programa tienen que ser Slumsoka y Kimta y de
momento no lo estamos consiguiendo.
Hoy he hablado con Leonard Abara de Wawidhi y me ha
comentado que está trabajando en el informe del pozo y que tiene ya casi ¾ partes
del mismo elaborado. Le he dicho que volveré seguramente la última semana de
marzo y así podrá entregarme el informe y los valoraremos juntos.
Hablo a menudo con Lucy y Samuel por teléfono, las cosas van
muy bien por Molo. Han acogido a tres niños más en el orfanato y dicen que me
echan mucho de menos… ¡y yo a ellos!
Por cierto... llevo desde que llegué evitando comer ugali (aquí ya saben todos que no me gusta nada...) pero el día tenía que llegar y cuando fui con Calvin a visitar a sus tios habían preparado comida: ugali con sukuma wiki... genial... Si te ofrecen comida no puedes decir que no así que... tuve que hacerlo y se que no va a ser la última vez...
Wednesday, February 12, 2014
Kibera
Ayer fue mi primer día en Kibera.
Kibera es el barrio de chabolas más grande de África y la
Fundación Cronos colabora con dos proyectos en esa zona.
Kibera no te deja indiferente. No te puede dejar indiferente… creo
que la palabra “inhumano” no es suficiente para describir la situación en la
que viven miles y miles de personas: suelos sin asfaltar, barro y polvo, casas de
láminas de aluminio o barro hacinadas, basuras, deshechos y excrementos por el
suelo a falta de sistema de alcantarillado y cloacas, niños jugando en la calle
en esas condiciones, sucios y pasando el rato entre las basuras. Se le hace a
una inimaginable creerse que hay seres humanos viviendo en esas condiciones, en esas condiciones
infrahumanas. Pero la realidad es que sí viven así o, mejor dicho, sobreviven.
Me levanto pronto por la mañana ya que Liz me va a acompañar
hasta el centro para enseñarme el camino y decirme qué autobes tengo que coger primero
hasta el centro (uno amarillo y blanco con una estrella) y hasta Kibera (uno
azul). Después de 3 horas para cruzar la ciudad en los dos autobuses por culpa
de un tráfico de locura, llego a mi destino y allí me espera Calvin que me
lleva a conocer el proyecto Kimta. Está en la zona Olympic, una área que,
dentro de lo que cabe, no está tan mal (aunque creo que después de un tiempo
aquí empiezo a normalizar cosas que no son normalizables). Me encuentro con
Vincent Kegode, el director de Kimta y me explica los programas que llevan a cabo:
programa de futbol para los chavales al salir del colegio, escuelita de
nursery, clases de repaso de primaria y zona de estudio para los alumnos de secundaria
de la zona y, los sábados charlas a cargo de profesionales de la sanidad para mujeres
sobre temas diversos.
La verdad es que Kimta ofrece varios programas que están
teniendo muy buena aceptación dentro de su comunidad. Hablamos de la
posibilidad de crear un programa de voluntariado que compartan con Slumsoka
Kibera (el proyecto de Calvin). Así que les pido que me detallen las
actividades que ofrecerían y cómo lo organizarían. El único problema de crear
un voluntariado en Kibera es que no es nada recomendable que los voluntarios
pasen la noche dentro del barrio así que habría que buscar algún hostel donde
se pudieran quedar.
Después de la reunión Calvin me lleva a visitar su zona y su
proyecto. La idea de Calvin es ofrecer algo similar a lo que Kimta ofrece pero
para los vecinos de su zona. Llegar al “campo de futbol” no es fácil… los
caminos se empiezan a complicar con calles estrechas, aguas estancadas con desechos
humanos, basura por todas las calles, olores fuertes…
Llegamos al campo pero antes conozco a Otieno, con el que
Calvin comparte el proyecto, aunque Otieno solo entrena a algunos chavales,
Calvin es el que de verdad se ocupa de buscarles escuelas y ocuparse del pago
de las matrículas. El campo no es más que un trozo de tierra donde los niños
juegan al salir del colegio.
Slumsoka Kibera juega en las ligas de la zona y, una vez
los chavales han acabado la primaria, Calvin les busca la posibilidad de poder
seguir estudiando en escuelas de secundaria que ofrezcan becas a deportistas (como
los cuatro chavales de Kakamega), pero no es fácil, no todas las escuelas
ofrecen esta opción, hay muchos niños y no todos despuntan en el deporte.
Calvin me quiere enseñar donde vive así que nos dirigimos
hacía su casa que comparte con un compañero. La zona sigue siendo la misma así
que las calles siguen teniendo las mismas condiciones. Me sorprende ver dónde
vive, es una habitación pequeña con dos camas, una cocina. No sé si tiene baño,
muchas casas de la zona no lo tienen y los vecinos usan letrinas comunitarias.
Calvin es un chaval tan majo y tan válido. Igual que intenta que los niños
salgan de Kibera, ojalá él también pueda
hacerlo algún día y vivir en mejores condiciones.
Voy a comer con Otieno y Calvin y al acabar decido irme
porque no quiero que se me haga de noche por el camino, así que empiezo mi
primer viaje por Nairobi sola. Como me dijo Liz “tú anda decidida y con
seguridad, como si hubieras vivido aquí toda la vida”. El autobús que viene de
Kibera me deja en el centro y camino decidida hacia la estación Odeon de donde
sale el autobús a casa. La estación es una locura, los encargados de cada
autobús y matatu gritan cual es su recorrido e intentan que te metas en el suyo
y, aunque les digas que no vas en esa dirección, ellos insisten. Liz me había
dicho de donde suelen salir y me acerco a esa zona. Veo que el primer autobús
es amarillo y blanco pero no tiene estrella, el segundo sí, así que me pongo
delante del segundo a esperar a que venga el encargado de autobús a que empiece
a gritar. Se me acerca el encargado del primer autobús a decirme que me meta en
el suyo. Le digo que voy a Uthiru y me dice que el suyo también va, así que le
digo que no me subo en el suyo porque no tiene estrella! Todos nos acabamos
riendo y el chico me da por perdida. Me monto en el segundo autobús y después
de esperar a que se llene (porque aquí no hay horarios, hay que conseguir que
se meta el máximo de gente posible para ganar más dinero), se pone en marcha.
Cuando voy llegando a mi zona, por órdenes de Liz, me tengo que levantar y
decirle al encargado del bus (que es el que va cobrando a la gente y el que
abre y cierra la puerta) “Thiong’o” que es mi parada. Así hago y el chico se
me queda mirando un rato supongo que intentando descifrar qué le estaba diciendo… Thiong’o tiene un sonido imposible de pronunciar para mí pero oye, soy
mzungu y hago lo que puedo!
Esta mañana he quedado en el centro con Natalia, una chica
portuguesa que lleva dos semanas viviendo en Nairobi porque a su novio le han
trasladado y está buscando algo de voluntariado porque tiene mucho tiempo libre
y necesita estar ocupada. Quedamos en el centro y tomamos un café mientras le
explico los proyectos de la Fundación y quedamos en que mañana vendrá conmigo a
Kibera.
Aún no anda del todo segura por la ciudad así que se mueve
con taxi. Le doy los mismos consejos que Liz y Calvin me han dado a mí para
moverme por Nairobi y quedamos en que mañana vendrá conmigo en autobús.
En el recorrido de vuelta a casa debo haber pronunciado
mejor “Thiong’o” porque me han entendido a la primera!!!
Monday, February 10, 2014
Kakamega y Wawidhi
Jambo!
Veo que con facebook y whatsapp ya no hay tanto seguimento del blog como los años anteriores, pero seguiré escribiendo ni que sea solamente por la gente "old-school" (Xavi date por aludido).
El martes de la semana pasada dejé Molo, me dio lástima porque era justo cuando los niños de la casa empezaban a vivir en el orfanato pero se que voy a volver en un mes y podré ver cómo les va.
Me fui a Nakuru a esperar a Calvin que venía desde Nairobi en bus. Calvin es el responsable del programa de futbol para niños en Kibera. Les entrena cada día después del colegio y se ocupa de buscarles escuelas donde se le da importancia el deporte y en las que puedan ser becados por las mismas. La verdad es que conocer a Calvin fue toda una sorpresa, no creo que llegue a los 30 años y se desvive por los chavales. Tiene clarísimo la importancia de que puedan estudiar para poder salir del barrio de chabolas más grande de África, Kibera. Me dice que a veces se cuestiona por qué eligió seguir este camino cuando a él se le daba tan bien el fútbol y quizás ahora podría estar jugando en buenos equipos en Kenia o en el extranjero. Pero creo que es su naturaleza, no puede evitarlo. Él se ha criado en Kibera y conoce muy bien qué significa eso. Mucha gente de Nairobi no se atreven ni a pisar el lugar. Calvin no puede evitarlo y en el fondo, aunque ni él mismo lo entienda, algo le dice que tiene que estar ahí y echar una mano a la comunidad.
Llega su autobús a Nakuru y me monto en él. Vamos de camino a Kakamega a visitar la escuela donde la Fundación Cronos tiene becados a 4 niños que están estudiando secundaria. La escuela se llama Saint Ignatius Mukumu Boys High School y en ella, después de las clases, se practican muchos deportes (futbol, baloncesto, tenis, volley, rugby, atletismo,...). La Fundación Cronos tiene un acuerdo con la escuela: los padres o tutores de cada niño pagan un 10% del coste total, el resto lo pagan la escuela y la Fundación (50% cada una).
En el viaje se nos une un niños de Kibera el cual va a hacer pruebas de futbol para ver si la esuela lo beca.
Llegamos a la tarde a Kakamega y el director se ha tenido que ir a una reunión así que quedamos en reunirnos con él por la mañana. El niño que va a hacer las pruebas se queda en la escuela y mañana nos dirán cómo ha ido. Uno de los profesores nos acompaña a buscar un sitio donde pasar la noche. No es un lugar muy lujoso la verdad pero tampoco los necesitamos.
A la mañana siguiente el profesor nos viene a buscar y vamos para la escuela. Nos encontramos con la contable por unos malentendidos con los pagos de los niños, la mujer tiene muy mala leche y poca paciencia pero le pido que la tenga porque conmigo es la primera vez que habla y quiero entender bien qué está pasando. Así que se sienta y me explica los problemas que está habiendo. Luego nos recibe el director y nos dice que el niño que hizo las pruebas ayer es bueno y que quieren quedárselo pero que ya tienen todas las plazas para becas cubiertas para ese año así que necesitamos encontrar a alguien que le pague la matrícula que son 160 euros al año (algún interesado...???).
Después de hablar con la contable y con el director, que por cierto es un hombre muy majo, hablo con Raúl de la Fundación Cronos y acabamos de arreglar lo del tema de los pagos dejándolo todo limpio y claro.
Salimos de la escuela al mediodía y nos encaminamos hacía Wawidhi, una zona muy rural y seca donde la Fundación Cronos quiere construir un pozo.
Llegar a Wawidhi no es fácil... Primero hay que coger un matatu, de esos que pone "máximo 14 personas" y se meten más de 20, hasta Kisumu. Como están arreglando las carreteras vamos por caminos sin asfaltar y el calor, llegando a Kisumu, empieza a apretar. En Kisumu tenemos que coger otro matatu del mismo estilo hasta Ahero por las mismas carreteras... Una vez llegamos a Ahero dejamos las bolsas en el hostal donde nos quedaremos y conozco al manager el cual se presenta como Steve Biko. ¿Steve Biko le pregunto yo? ¿va en serio? Y me dice que sí. ¡Me encanta!
Salimos otra vez y cogemos otro matatu que nos deja en medio de una carretera donde tenemos que coger una moto que nos lleva a Wawidhi. En Wawidhi nos espera Leonard Abara, el jefe de la comunidad, un hombre encantador y muy contento de recibirnos. Nos recibe en su casa hecha de barro y poco a poco va a apreciendo gente que se va sentando alrededor mientras Leonard y yo hablamos del proyecto. Leonard me comenta que se hizo un estudio con la comunidad para concretar cuales eran las principales necesidades que la comunidad de Wawidhi tiene y poder priorizarlas por orden de urgencia. Las primera es el acceso al agua. Le explico que antes de llegar a Kenia me estuve informando de cuales son los pasos a seguir para poder construir un pozo y, para empezar debe contactar con el Ministerio del Agua y hacer que un geohidrólogo visite la zona y que estudie si el objetivo es viable y en qué zona. Wawidhi es una zona seca, muy llana y con casas de barro (algunas con techos de láminas de metal y otras de paja) muy dispersas en el terreno. Tienen un gran problema para poder abastecerse de agua, hay un pozo muy alejado de su zona por lo que les impide transportar grandes cantidades de agua (algo que hacen las mujeres a pulso).
Leonard Abara me asegura que se va a poner manos a la obra y que antes de que me vaya de Kenia tendrá un informe hecho para que me lo lleve y podamos estudiarlo en España.
La comunidad está tan contenta que me quieren dar un nombre luo, la tribu a la que pertenecen. Me dicen que los luos tienen dos formas de dar nombres, uno dependiendo de la hora en la que naces, así que, como yo nací al mediodía me toca Achieng; y la otra es poniendo nombres de gente a la que admiran, ahora entiendo lo de Steve Biko... Me dice que no me estrañe que vuelva un día y que me encuentre a niñas que se llamen Iratxe!
Nos vamos de Wawidhi casi al anochecer. Era la visita que más nervios me creaba porque al ser una zona alejada y muy rural no sabía qué me iba a encontrar y la verdad es que salí encantada de ahí y con muchas ganas de volver en abril a ver los avances de Leonard.
A la mañana siguiente ya nos encaminamos para Nairobi, 8 horas de autobús eternas...
En Nairobi me espera Liz, la hermana de Lucy y llegamos a su casa. Durante estas tres semanas voy a ir visitando los proyectos en Kibera, así que ya os iré contando.
Abrazos de mzungu!!!
Iratxe Njoki Achieng
Veo que con facebook y whatsapp ya no hay tanto seguimento del blog como los años anteriores, pero seguiré escribiendo ni que sea solamente por la gente "old-school" (Xavi date por aludido).
El martes de la semana pasada dejé Molo, me dio lástima porque era justo cuando los niños de la casa empezaban a vivir en el orfanato pero se que voy a volver en un mes y podré ver cómo les va.
Me fui a Nakuru a esperar a Calvin que venía desde Nairobi en bus. Calvin es el responsable del programa de futbol para niños en Kibera. Les entrena cada día después del colegio y se ocupa de buscarles escuelas donde se le da importancia el deporte y en las que puedan ser becados por las mismas. La verdad es que conocer a Calvin fue toda una sorpresa, no creo que llegue a los 30 años y se desvive por los chavales. Tiene clarísimo la importancia de que puedan estudiar para poder salir del barrio de chabolas más grande de África, Kibera. Me dice que a veces se cuestiona por qué eligió seguir este camino cuando a él se le daba tan bien el fútbol y quizás ahora podría estar jugando en buenos equipos en Kenia o en el extranjero. Pero creo que es su naturaleza, no puede evitarlo. Él se ha criado en Kibera y conoce muy bien qué significa eso. Mucha gente de Nairobi no se atreven ni a pisar el lugar. Calvin no puede evitarlo y en el fondo, aunque ni él mismo lo entienda, algo le dice que tiene que estar ahí y echar una mano a la comunidad.
Llega su autobús a Nakuru y me monto en él. Vamos de camino a Kakamega a visitar la escuela donde la Fundación Cronos tiene becados a 4 niños que están estudiando secundaria. La escuela se llama Saint Ignatius Mukumu Boys High School y en ella, después de las clases, se practican muchos deportes (futbol, baloncesto, tenis, volley, rugby, atletismo,...). La Fundación Cronos tiene un acuerdo con la escuela: los padres o tutores de cada niño pagan un 10% del coste total, el resto lo pagan la escuela y la Fundación (50% cada una).
En el viaje se nos une un niños de Kibera el cual va a hacer pruebas de futbol para ver si la esuela lo beca.
Llegamos a la tarde a Kakamega y el director se ha tenido que ir a una reunión así que quedamos en reunirnos con él por la mañana. El niño que va a hacer las pruebas se queda en la escuela y mañana nos dirán cómo ha ido. Uno de los profesores nos acompaña a buscar un sitio donde pasar la noche. No es un lugar muy lujoso la verdad pero tampoco los necesitamos.
A la mañana siguiente el profesor nos viene a buscar y vamos para la escuela. Nos encontramos con la contable por unos malentendidos con los pagos de los niños, la mujer tiene muy mala leche y poca paciencia pero le pido que la tenga porque conmigo es la primera vez que habla y quiero entender bien qué está pasando. Así que se sienta y me explica los problemas que está habiendo. Luego nos recibe el director y nos dice que el niño que hizo las pruebas ayer es bueno y que quieren quedárselo pero que ya tienen todas las plazas para becas cubiertas para ese año así que necesitamos encontrar a alguien que le pague la matrícula que son 160 euros al año (algún interesado...???).
Después de hablar con la contable y con el director, que por cierto es un hombre muy majo, hablo con Raúl de la Fundación Cronos y acabamos de arreglar lo del tema de los pagos dejándolo todo limpio y claro.
Salimos de la escuela al mediodía y nos encaminamos hacía Wawidhi, una zona muy rural y seca donde la Fundación Cronos quiere construir un pozo.
Llegar a Wawidhi no es fácil... Primero hay que coger un matatu, de esos que pone "máximo 14 personas" y se meten más de 20, hasta Kisumu. Como están arreglando las carreteras vamos por caminos sin asfaltar y el calor, llegando a Kisumu, empieza a apretar. En Kisumu tenemos que coger otro matatu del mismo estilo hasta Ahero por las mismas carreteras... Una vez llegamos a Ahero dejamos las bolsas en el hostal donde nos quedaremos y conozco al manager el cual se presenta como Steve Biko. ¿Steve Biko le pregunto yo? ¿va en serio? Y me dice que sí. ¡Me encanta!
Salimos otra vez y cogemos otro matatu que nos deja en medio de una carretera donde tenemos que coger una moto que nos lleva a Wawidhi. En Wawidhi nos espera Leonard Abara, el jefe de la comunidad, un hombre encantador y muy contento de recibirnos. Nos recibe en su casa hecha de barro y poco a poco va a apreciendo gente que se va sentando alrededor mientras Leonard y yo hablamos del proyecto. Leonard me comenta que se hizo un estudio con la comunidad para concretar cuales eran las principales necesidades que la comunidad de Wawidhi tiene y poder priorizarlas por orden de urgencia. Las primera es el acceso al agua. Le explico que antes de llegar a Kenia me estuve informando de cuales son los pasos a seguir para poder construir un pozo y, para empezar debe contactar con el Ministerio del Agua y hacer que un geohidrólogo visite la zona y que estudie si el objetivo es viable y en qué zona. Wawidhi es una zona seca, muy llana y con casas de barro (algunas con techos de láminas de metal y otras de paja) muy dispersas en el terreno. Tienen un gran problema para poder abastecerse de agua, hay un pozo muy alejado de su zona por lo que les impide transportar grandes cantidades de agua (algo que hacen las mujeres a pulso).
Leonard Abara me asegura que se va a poner manos a la obra y que antes de que me vaya de Kenia tendrá un informe hecho para que me lo lleve y podamos estudiarlo en España.
La comunidad está tan contenta que me quieren dar un nombre luo, la tribu a la que pertenecen. Me dicen que los luos tienen dos formas de dar nombres, uno dependiendo de la hora en la que naces, así que, como yo nací al mediodía me toca Achieng; y la otra es poniendo nombres de gente a la que admiran, ahora entiendo lo de Steve Biko... Me dice que no me estrañe que vuelva un día y que me encuentre a niñas que se llamen Iratxe!
Nos vamos de Wawidhi casi al anochecer. Era la visita que más nervios me creaba porque al ser una zona alejada y muy rural no sabía qué me iba a encontrar y la verdad es que salí encantada de ahí y con muchas ganas de volver en abril a ver los avances de Leonard.
A la mañana siguiente ya nos encaminamos para Nairobi, 8 horas de autobús eternas...
En Nairobi me espera Liz, la hermana de Lucy y llegamos a su casa. Durante estas tres semanas voy a ir visitando los proyectos en Kibera, así que ya os iré contando.
Abrazos de mzungu!!!
Iratxe Njoki Achieng
Saturday, February 1, 2014
Primera semana!
En realidad aún no ha pasado una semana... porque llegué a Molo el martes y hoy estamos a sábado, pero en lugar de de 5 días parece que hayan pasado 5 meses.
Llegué a Nairobi muy prontito por la mañana, a eso de las 3:45 de la madrugada y al cabo de media hora vino Patrick a buscarme y me dejó en la estación de matatus donde cogí el primer matatu a Nakuru a las 6 de la mañana. En Nakuru estaba Robert que me acompañó a coger otro matatu para Molo. Y en Molo me esparaba Lucy con los brazos abiertos.
¡Qué ilusión! Y cuanto tiempo... Molo ha cambiado muy poco (por no decir nada), alguna tienda nueva y poco más.
Lucy me llevó a ver el orfanato al cual aún le quedaba un poco para ser finalizado y luego para el cole. Los más pequeños, obviamente, no me conocen, pero cuando fui llegando a las clases de los más mayores ya iba oyendo como los niños íban diciendo mi nombre.
Me encantó verles de nuevo... ¡cómo han crecido! Y la escuela... con nuevas aulas, nueva cocina... los más pequeños ya no tienen que estar en esas aulas horrorosas hechas de láminas de aluminio. Me ha encantado poder ver todos los avances que se han ido haciendo gracias a la colaboración de mucha gente.
Al acabar el colegio, para casa. Y allí conozco a las 3 niñas y 5 niños que Samuel y Lucy tienen acogidos en su casa desde el mes de noviembre: Daisy, Winnie, Mary, Edwin, Karanja, Peter, Babu y Daddy.
Sus historias, son de esas historias que te hacen llorar de verdad pero como me quedo con sus risas y su felicidad, no las voy a contar aquí. Es fantástico ver su vitalidad, sus sonrisas, sus risas, su manera de llamar mama y baba a Lucy y Samuel, sus muestras de afecto... después de lo que algunos de ellos han vivido.
Para mi, llegar a casa después del colegio era una alegría porque estaban ellos allí, y la hora de la cena era toda una fiesta! 9 pequeños (hay que añadir a Jemima, la hija de Samuel y Lucy) y tres adultos sentados en los sofás, en taburetes, en silllas... A los tres más pequeños, Peter, Babu y Daddy, me los hubiera comido más de una vez.
Hoy, hemos celebrado la inaguración del orfanato. Ha sido realmente un día muy emotivo. Me han hecho hablar delante de todos (con lo que a mi me gusta), pero también se han dicho cosas muy bonitas sobre mi... me han hecho llorar sí...
Se han cantado canciones africanas con las que se me ponía la piel de gallina. ¿Cómo puede ser que un grupo de gente de 60 personas que vienen de diferentes sitios canten una canción que todos conocen pero suene a dos y tres voces y con solistas y que les quede tan bien? (aix... yo, la música y los coros... es lo que hay).
Una vez acabadas todas las charlas y, para mi sorpresa, me pidieron que cortara la cinta para inagurar el orfanato junto con el DC (District Commissioner). Todo un honor.
Mucha gente que ha estado trabajando en este proyecto desde el principio se emocionaron y la manera de mostrar su emoción aquí es con cantos, llantos, palmas y gritos.
Una vez abierto el orfanato, la gente pudo pasearse libremente y a la tarde ya llegó la hora de irse.
Fue un momento difícil porque los 8 pequeños se quedaban ya en la casa y me fui despidiendo uno a uno de ellos. Se que van a estar bien pero me había acostumbrado tanto a tenerlos alrededor todo el día... Sobre todo a los tres pequeños.
En fin... Mañana van a la iglesia y después iré a verles.
El martes me voy ya para Kakamega y luego a Wawhidi a visitar los proyectos de la Fundación Cronos, y luego ya para Nairbi donde estaré seguramente hasta principios de marzo que me volveré para Molo.
Llegué a Nairobi muy prontito por la mañana, a eso de las 3:45 de la madrugada y al cabo de media hora vino Patrick a buscarme y me dejó en la estación de matatus donde cogí el primer matatu a Nakuru a las 6 de la mañana. En Nakuru estaba Robert que me acompañó a coger otro matatu para Molo. Y en Molo me esparaba Lucy con los brazos abiertos.
¡Qué ilusión! Y cuanto tiempo... Molo ha cambiado muy poco (por no decir nada), alguna tienda nueva y poco más.
Lucy me llevó a ver el orfanato al cual aún le quedaba un poco para ser finalizado y luego para el cole. Los más pequeños, obviamente, no me conocen, pero cuando fui llegando a las clases de los más mayores ya iba oyendo como los niños íban diciendo mi nombre.
Me encantó verles de nuevo... ¡cómo han crecido! Y la escuela... con nuevas aulas, nueva cocina... los más pequeños ya no tienen que estar en esas aulas horrorosas hechas de láminas de aluminio. Me ha encantado poder ver todos los avances que se han ido haciendo gracias a la colaboración de mucha gente.
Al acabar el colegio, para casa. Y allí conozco a las 3 niñas y 5 niños que Samuel y Lucy tienen acogidos en su casa desde el mes de noviembre: Daisy, Winnie, Mary, Edwin, Karanja, Peter, Babu y Daddy.
Sus historias, son de esas historias que te hacen llorar de verdad pero como me quedo con sus risas y su felicidad, no las voy a contar aquí. Es fantástico ver su vitalidad, sus sonrisas, sus risas, su manera de llamar mama y baba a Lucy y Samuel, sus muestras de afecto... después de lo que algunos de ellos han vivido.
Para mi, llegar a casa después del colegio era una alegría porque estaban ellos allí, y la hora de la cena era toda una fiesta! 9 pequeños (hay que añadir a Jemima, la hija de Samuel y Lucy) y tres adultos sentados en los sofás, en taburetes, en silllas... A los tres más pequeños, Peter, Babu y Daddy, me los hubiera comido más de una vez.
Hoy, hemos celebrado la inaguración del orfanato. Ha sido realmente un día muy emotivo. Me han hecho hablar delante de todos (con lo que a mi me gusta), pero también se han dicho cosas muy bonitas sobre mi... me han hecho llorar sí...
Se han cantado canciones africanas con las que se me ponía la piel de gallina. ¿Cómo puede ser que un grupo de gente de 60 personas que vienen de diferentes sitios canten una canción que todos conocen pero suene a dos y tres voces y con solistas y que les quede tan bien? (aix... yo, la música y los coros... es lo que hay).
Una vez acabadas todas las charlas y, para mi sorpresa, me pidieron que cortara la cinta para inagurar el orfanato junto con el DC (District Commissioner). Todo un honor.
Mucha gente que ha estado trabajando en este proyecto desde el principio se emocionaron y la manera de mostrar su emoción aquí es con cantos, llantos, palmas y gritos.
Una vez abierto el orfanato, la gente pudo pasearse libremente y a la tarde ya llegó la hora de irse.
Fue un momento difícil porque los 8 pequeños se quedaban ya en la casa y me fui despidiendo uno a uno de ellos. Se que van a estar bien pero me había acostumbrado tanto a tenerlos alrededor todo el día... Sobre todo a los tres pequeños.
En fin... Mañana van a la iglesia y después iré a verles.
El martes me voy ya para Kakamega y luego a Wawhidi a visitar los proyectos de la Fundación Cronos, y luego ya para Nairbi donde estaré seguramente hasta principios de marzo que me volveré para Molo.
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