Wednesday, February 12, 2014

Kibera

Ayer fue mi primer día en Kibera.

Kibera es el barrio de chabolas más grande de África y la Fundación Cronos colabora con dos proyectos en esa zona.

Kibera no te deja indiferente. No te puede dejar indiferente… creo que la palabra “inhumano” no es suficiente para describir la situación en la que viven miles y miles de personas: suelos sin asfaltar, barro y polvo, casas de láminas de aluminio o barro hacinadas, basuras, deshechos y excrementos por el suelo a falta de sistema de alcantarillado y cloacas, niños jugando en la calle en esas condiciones, sucios y pasando el rato entre las basuras. Se le hace a una inimaginable creerse que hay seres humanos  viviendo en esas condiciones, en esas condiciones infrahumanas. Pero la realidad es que sí viven así o, mejor dicho, sobreviven.

Me levanto pronto por la mañana ya que Liz me va a acompañar hasta el centro para enseñarme el camino y decirme qué autobes tengo que coger primero hasta el centro (uno amarillo y blanco con una estrella) y hasta Kibera (uno azul). Después de 3 horas para cruzar la ciudad en los dos autobuses por culpa de un tráfico de locura, llego a mi destino y allí me espera Calvin que me lleva a conocer el proyecto Kimta. Está en la zona Olympic, una área que, dentro de lo que cabe, no está tan mal (aunque creo que después de un tiempo aquí empiezo a normalizar cosas que no son normalizables). Me encuentro con Vincent Kegode, el director de Kimta y me explica los programas que llevan a cabo: programa de futbol para los chavales al salir del colegio, escuelita de nursery, clases de repaso de primaria y zona de estudio para los alumnos de secundaria de la zona y, los sábados charlas a cargo de profesionales de la sanidad para mujeres sobre temas diversos.

La verdad es que Kimta ofrece varios programas que están teniendo muy buena aceptación dentro de su comunidad. Hablamos de la posibilidad de crear un programa de voluntariado que compartan con Slumsoka Kibera (el proyecto de Calvin). Así que les pido que me detallen las actividades que ofrecerían y cómo lo organizarían. El único problema de crear un voluntariado en Kibera es que no es nada recomendable que los voluntarios pasen la noche dentro del barrio así que habría que buscar algún hostel donde se pudieran quedar.

Después de la reunión Calvin me lleva a visitar su zona y su proyecto. La idea de Calvin es ofrecer algo similar a lo que Kimta ofrece pero para los vecinos de su zona. Llegar al “campo de futbol” no es fácil… los caminos se empiezan a complicar con calles estrechas, aguas estancadas con desechos humanos, basura por todas las calles, olores fuertes…

Llegamos al campo pero antes conozco a Otieno, con el que Calvin comparte el proyecto, aunque Otieno solo entrena a algunos chavales, Calvin es el que de verdad se ocupa de buscarles escuelas y ocuparse del pago de las matrículas. El campo no es más que un trozo de tierra donde los niños juegan al salir del colegio.

Slumsoka Kibera juega en las ligas de la zona y, una vez los chavales han acabado la primaria, Calvin les busca la posibilidad de poder seguir estudiando en escuelas de secundaria que ofrezcan becas a deportistas (como los cuatro chavales de Kakamega), pero no es fácil, no todas las escuelas ofrecen esta opción, hay muchos niños y no todos despuntan en el deporte.

Calvin me quiere enseñar donde vive así que nos dirigimos hacía su casa que comparte con un compañero. La zona sigue siendo la misma así que las calles siguen teniendo las mismas condiciones. Me sorprende ver dónde vive, es una habitación pequeña con dos camas, una cocina. No sé si tiene baño, muchas casas de la zona no lo tienen y los vecinos usan letrinas comunitarias. Calvin es un chaval tan majo y tan válido. Igual que intenta que los niños salgan de Kibera,  ojalá él también pueda hacerlo algún día y vivir en mejores condiciones.

Voy a comer con Otieno y Calvin y al acabar decido irme porque no quiero que se me haga de noche por el camino, así que empiezo mi primer viaje por Nairobi sola. Como me dijo Liz “tú anda decidida y con seguridad, como si hubieras vivido aquí toda la vida”. El autobús que viene de Kibera me deja en el centro y camino decidida hacia la estación Odeon de donde sale el autobús a casa. La estación es una locura, los encargados de cada autobús y matatu gritan cual es su recorrido e intentan que te metas en el suyo y, aunque les digas que no vas en esa dirección, ellos insisten. Liz me había dicho de donde suelen salir y me acerco a esa zona. Veo que el primer autobús es amarillo y blanco pero no tiene estrella, el segundo sí, así que me pongo delante del segundo a esperar a que venga el encargado de autobús a que empiece a gritar. Se me acerca el encargado del primer autobús a decirme que me meta en el suyo. Le digo que voy a Uthiru y me dice que el suyo también va, así que le digo que no me subo en el suyo porque no tiene estrella! Todos nos acabamos riendo y el chico me da por perdida. Me monto en el segundo autobús y después de esperar a que se llene (porque aquí no hay horarios, hay que conseguir que se meta el máximo de gente posible para ganar más dinero), se pone en marcha. Cuando voy llegando a mi zona, por órdenes de Liz, me tengo que levantar y decirle al encargado del bus (que es el que va cobrando a la gente y el que abre y cierra la puerta) “Thiong’o” que es mi parada. Así hago y el chico se me queda mirando un rato supongo que intentando descifrar qué le estaba diciendo… Thiong’o tiene un sonido imposible de pronunciar para mí pero oye, soy mzungu y hago lo que puedo!

Esta mañana he quedado en el centro con Natalia, una chica portuguesa que lleva dos semanas viviendo en Nairobi porque a su novio le han trasladado y está buscando algo de voluntariado porque tiene mucho tiempo libre y necesita estar ocupada. Quedamos en el centro y tomamos un café mientras le explico los proyectos de la Fundación y quedamos en que mañana vendrá conmigo a Kibera.

Aún no anda del todo segura por la ciudad así que se mueve con taxi. Le doy los mismos consejos que Liz y Calvin me han dado a mí para moverme por Nairobi y quedamos en que mañana vendrá conmigo en autobús.

En el recorrido de vuelta a casa debo haber pronunciado mejor “Thiong’o” porque me han entendido a la primera!!!

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